Aglomerados los precisos, porfavó.
Hello, qué tal,
cómo estás, cuéntame.
Bueno, ya te
cuento yo.
Como estaba el
día alegre y yo necesitaba gastar unos
dineros que tenía echando humillo en la cartera me dirigí con mi pareja (santo
de él) al centro comercial de mi ciudad, donde se sitúa mi adorado Primor.
*Primor es algo así como mi Meca personal del mundo de la cosmética, aunque ahí migro más de una vez en la vida,
y en el año, y en el mes, pues eso.*

Volvamos al tema que nos ocupa, y a recalcar
que era sábado, sábado de puente para más inri.
El centro
comercial está situado en una zona donde los hispanos y los portugueses nos
concentramos y mezclamos con toda la diversidad cultural que nos separa y que
también nos une (lo que nos une aquí es el consumismo más bestia y el Primark,
concretamente).
Pues ahí nos
encontramos, ambos dos, dando TRES VUELTAS a todo el aparcamiento. Viendo cómo estaba la zona, quedaba claro que usamos demasiado poco el transporte público (qué poco ecofriendly todo). Este hecho ya nos iba preparando el body para
lo que había en el interior del centro comercial.

Y allá que fuimos.
Al entrar creo
que nos dio un señor soponcio. Aquello era como una jungla de bolsas, gente de
toda la variedad y clase que te puedas llegar a imaginar y niños corriendo POR
TODAS PARTES. Ahí donde pensabas que podrías caminar tranquilo, PUM, una criatura
de poco más de un metro de alto se chocaba contra tus piernas, tu bolso, tu
espacio vital en definitiva.
La gente suelta a los críos en estos espacios
públicos como si de un parque infantil se tratara y ellos, salvajes y libres,
se cuelgan, recuelgan, chocan, tiran y babean todo lo que pueden.
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Estos se debieron tomar lo mismo que los niños que me encontré yo. |
Lo primero que
notas al entrar en un sitio con más gente que oxígeno es que, precisamente, éste
te falta. Pero no preocuparse, el
oxígeno sólo se ha intercambiado por OLOR A CHOTUNO, bien concentrado, a tope. Tú respiras, pero denso.

Señores, dónde quedó la costumbre de ir con la familia y nuestros mejores ropajes (LIMPIOS) a pasar el día donde fuere. O al menos ya no te digo que la ropa esté limpia, como mínimo que lo estés tú, I don´t know, como consejo especial (mención especial al señor de
las ronchas de sudor que se chocó conmigo).
La gente se
distribuye y ocupa los asientos que hay en la zona central (tengo la teoría de
que los reservan desde bien temprano porque si no, no me lo explico).
Las parejas que no decidieron estar ahí, pero están igualmente (que por lo general son hombres, para qué mentir) se sientan en los pocos bordes que les quedan los sedentarios que se mueven del sofá de su casa hacia el sofá del centro comercial.
Las parejas que no decidieron estar ahí, pero están igualmente (que por lo general son hombres, para qué mentir) se sientan en los pocos bordes que les quedan los sedentarios que se mueven del sofá de su casa hacia el sofá del centro comercial.
Y yo, que por
suerte tenía muy claro lo que quería comprar, fui rápidamente dirección Primor.
Todo esto
sorteando niños, niñas, señores, señoras, grupitos de adolescentes a los que
les hueles las hormonas a medio kilómetro y otras tantas parejas.
Y, finalmente,
siendo la joya de la corona: LA GENTE QUE SE PARA A HABLAR EN EL MEDIO.
En mayúsculas,
subrayado y con letras de neón no porque esta plataforma no me lo permite, que
si no…
El caso, que no
sé si esta gente se para a hablar, o a compartir su vida desde que se les cayó
el primer diente de leche, no sé, me da igual, pero hágase a un lado que la
atropello y me doy a la fuga, SEÑORA. Al
intentar sortear a este tipo de grupos de tertulianos parece que estás haciendo
tu mejor versión de Chiquito de la calzada, jarl.

Cuando por fin
conseguí llegar a mi tienda querida, compré lo que necesitaba en algo así como
5 segundos y medio (que ni los boxes de la Fórmula 1) y salimos pitando de
allí, por eso de respirar aire puro.
Seguramente me
habréis notado que las aglomeraciones de gente me vienen gustando poco, eso es
bueno, así me vais conociendo mejor.
Nota mental: si
necesito ir a comprar algo allí de nuevo, un lunes por la mañana con todos los
pasillos para mí. Y PUNTO.

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